jueves, 14 de abril de 2011

Capítulo 4: Nobleza

Solo tres meses habían trascurrido desde aquellos increíbles sucesos, sin embargo, nada había cambiado, salvo que Javi y Víctor habían vuelto a ser amigos tras un par de llamadas telefónicas. Eran compañeros de colegio, se conocían desde siempre y una disputa amorosa no era razón suficiente para separarles. Era primavera y los árboles comenzaban a florecer, llenando de savia sus troncos, dándoles la impresión de estar plastificados. Los chicos se encontraban tirados en un banco, cuyas patas estaban corroídas y oxidadas debido al desgaste del tiempo. Víctor se había apoltronado sobre Javi, y observaba a un grupo de palomas picotear el suelo en busca de alimento. Mientras tanto el otro se había quedado dormido sobre el respaldo del asiento, dejándole la cabeza colgando para atrás. Víctor, harto del muermo de su amigo, se incorporó, dándole una colleja en la nuca.
-¡Despierta!, que ya tendrás tiempo de dormir esta noche – Recriminó a su compañero aún amodorrado.
-Ya ves lo que es comer a deshoras…que luego te entra el sueñecillo –Dijo cabeceando.
-Bueno, ¿qué hacemos?  –Preguntó Víctor tocándose el pelo.
-¡Yo que sé!, vamos a un parque, o vamos a buscar a Ángela o… -Sugirió Javi algo más espabilado.
-No me hables de parques, ni de Ángela, ¿te puedes creer que me ha desadmitido del MSN?, que llevo unos días que no puedo dejar de pensar en otra cosa, y sin pegar ojo… -Se quejó Víctor moviendo la cabeza de un lado a otro -Íbamos Cristián y yo por el parque cuando…
-¡Todavía sigues quedando con ese!  - Exclamó horrorizado pues no le caía muy bien.
-Que pasa, no te enfades ¿Quieres?  –Respondió con una media sonrisa – Verás, estábamos dando una vuelta por “La fuente del berro”, cuando apareció una niebla que comenzó a inundarlo todo. Nosotros avanzamos entre ella y sin saber cómo llegamos a una especie de cementerio en el que una mujer nos dijo que éramos los elegidos…
-Sí, a Alfonsa…bueno, a mí, me pasó algo parecido en el Metro –Comentó Javi hablando solo; no estaba prestando atención a su compañero.
- Eso quiere decir que… -Comenzó Víctor.
-¿Qué tenemos hambre?  –Prorrumpió Javi.
-No... Eso quiere decir que ¡Somos los Elegidos! –Respondió contrariado por la contestación de su amigo -Hay que ir a buscar a Cristián -avisó rápidamente.
-Buff…Ésta bien… -Accedió Javi con cara de fastidio.
Se levantaron del banco, y corrieron hasta la casa del zagal, que se encontraba dos calles más allá. Cuando llegaron llamaron al telefonillo de un manotazo, dando a varios pisos a la vez.
-¿Quién es? –preguntó una voz anciana.
-Cartero de correos ¿me puede abrir por favor? –Mintió Javi haciéndose pasar por el mensajero para que le dejase entrar.
-Sí, espere un momento –Solicitó el viejo al tiempo que la puerta se abría con un pitido.
-No me puedo creer que haya funcionado –Se extrañó Víctor quedando anonadado.
-Ni yo
Impacientes, subieron de dos en dos las escaleras de mármol, hasta que llegaron frente a su puerta, el 2º D. Esta vez fue Víctor quien llamó al timbre, acto seguido les recibió la madre del joven.
-Cuanto tiempo sin vernos, ¿Qué tal?, pasad no os quedéis ahí fuera -Invitó la hospitalaria mujer.
-No, gracias María Dolores, ¿Está Cristián? –Preguntó Víctor con frialdad.
-No, no está, salió anoche con una amiga y aun no ha vuelto… -Explicó su madre tocándose el delantal. Al igual que su hijo era rubia, llevaba el pelo corto, estaba más bien delgada, y algunas de sus aficiones eran leer y cocinar -Lleva ya algún tiempo con ella…
-¡Ah, vale! gracias –Dijo Víctor al tiempo que se tocaba una ceja -Hasta luego – Terminó despidiéndose con la mano.
-Adiós –Sonrió cerrando la puerta de su casa.
-Hay que ver, unas veces está dándonos el coñazo para que salgamos y cuando venimos a buscarle, no está; es que de verdad; que vergüenza… -Refunfuñó Javi indignado bajando los escalones.
-Bueno, y qué más da, vayamos a buscarle, creo que sé dónde está… -Atestiguó Víctor muy seguro de sí mismo.
Y así, emprendieron la marcha hacia donde según él,  allí estaría su amigo. Tras coger el metro y cruzar varias calles e innumerables pasos de cebra, los adolescentes se toparon con unas verjas de duro hierro. Las puertas del lugar estaban abiertas, el camino al igual que el día era hermoso, las fuentes emanaban agua clara y limpia y el césped estaba recién podado dejando un dulce aroma en el ambiente. El jardín de Sabatini, estaba situado justo al lado del Palacio Real, prácticamente desde la construcción del mismo. Los muchachos subieron por la escalinata de pedernal y avanzaron presurosos por la travesía. El cambio de guardia se estaba llevando a cabo; donde alabarderos y hombres a caballo rotaban sus posiciones con sus compañeros. Los chicos no hicieron ningún caso. Pasaron de largo la Catedral de La Almudena y girando a mano derecha descendieron calle abajo, viendo en la lejanía el final de su caminar. Unas escaleritas ascendían internándose en los pilares bajos de la Catedral. Subieron los peldaños terminando estos en un pequeño recibidor. Unas bastas puertas de madera recibían a los recién llegados. El portón de la derecha estaba entreabierto, indicando que el lugar aún no había sido cerrado. Víctor, seguido de Javi, se encaminó con la intención de traspasar el umbral. En el momento en el cual alargaba la mano para empujar el madero, éste cedió hacia atrás apareciendo un hombre con sotana blanca y alzacuellos. Era mayor con el poco pelo que le quedaba cano, su estola le caía por los hombros sobrepasando la cintura, distinguiendo su posición.
-No se puede pasar, está cerrado.
-Pero verá un… -Intentaron explicar los chavales.
-Lo siento, pero no –Dijo levantando la mano e insinuándoles amablemente la salida con un gesto -El horario de visitas ha terminado, volved mañana.
Con rabia en sus ojos Víctor se giró y llevándose desinteresadamente la mano a la nuca dejó visible la pulsera. El capellán contempló asombrado el brazal del moreno. Sin dudarlo, alargó sus huesudas manos hacia el brazo del tiznado para examinar mejor la alhaja.
-¿Qué hace? –Preguntó incomodo viendo la repentina ansia del anciano.
-Por fin han elegido sucesores…